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El
texto que sigue a continuación está
tomado de la web "HOMENAJE
A LA TUNA" y su autor es
D. Emilio Oliva Alcalá.
D.
Emilio nos aproxima a los orígenes de la
Tuna y a los estudiantes "nocherniegos",
pícaros y rondadores a través de una
breve pero significativa relación de algunos
pasajes de la literatura en los que se hace mención
de nuestro mester.
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 En
la cultura europea son elementos fundamentales los
trovadores y juglares, es decir, compositores y ejecutantes
de canciones de cultura medieval de todo tipo, que
solían ir de pueblo en pueblo y de país
en país sirviendo, indirectamente, de vehículo
muy importante de la cultura de aquel tiempo. A pesar
de la escasez de documentos donde encontrar sus orígenes,
podemos afirmar que los goliardos en los siglos X
al XIII, y los juglares y trovadores medievales, marcan
el comienzo de los tradicionales grupos musicales
universitarios que actualmente conocemos con el nombre
de TUNAS. Pero el hecho que proporciona a estos grupos
su verdadera identidad es la aparición de las
primeras Universidades Españolas en el siglo
XIII : Los Estudios de Palencia, Salamanca, Valladolid,
Lérida, Alcalá de Henares, etc.
La
TUNA nace dentro de la Universidad, y como una proyección
suya, se manifiesta sin interrupción desde
sus orígenes hasta nuestros días. La
TUNA, en sus albores, estaba constituida por un tipo
especial de trovador o juglar que, a veces, tenía
que cantar para ganarse la vida, o simplemente, para
sustentarse durante el viaje de vuelta a su casa cuando
llegaban las vacaciones. De ahí que esa actividad
se designe con un verbo específico :"TUNAR",
que significa llevar una vida vagabunda, tocando y
cantando.
En
la lírica medieval, a partir del siglo XI,
las canciones escolares latinas, forman un género
característico. Los estudiantes llamados goliardos
aparecen por toda Europa componiendo e interpretando
canciones cuya temática choca con la escala
de valores de la sociedad de su tiempo, cantando al
vino, al amor profano, defendiendo la primacía
del intelectual sobre el caballero, utilizando elementos
litúrgicos con sentido contrario al que les
es propio.
Menéndez
Pidal incluye entre los tipos juglarescos contenidos
en su obra "Juglares y Poesía Juglaresca"
a los clérigos (escolares) vagabundos,
los clerici ribaldi... los vagos escolares aut goliardos
.
Los
escolares medievales practicaban la música
y aún con más refinamiento que los juglares
a causa de su mayor ilustración, según
el autor del "Libro de Alexandre", para
quien los más delicados sones que pueden imaginarse,
hacíanse "juntando a todos los estrumentos
que usan los joglares, otros de maior precio que usan
escolares".
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Desde
sus orígenes hasta nuestros días,
por medio de y a través de LAS TUNAS, la
Universidad tiene el honor y la gloria de continuar
el cultivo de los instrumentos españoles
populares : bandurrias, laudes y guitarras, instrumentos
que nombra en el "Libro del Buen Amor",
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en el cortejo que
sale a rescibir a Don Amor: la guitarra
morisca, el corpudo alaut, la reciancha bandurria,
el panderete (que) con sonajas de azófar
faze dulce sonete.
En
la misma referida obra, de inspiración poética
profundamente goliárdica y de caracteres
juglarescos, escrita a mediados del siglo XIV, se
hace referencia a "los escolares
que andan nocherniegos", para
los que el Arcipreste compone cantares "más
de diez pliegos", y casi al final
del libro, incluye la canción "De
como los escolares demandan por Dios",
en la que reveladoramente se utiliza el zéjel,
metro que parece pensado para cantar en público
y lograr la participación de los espectadores,
con la introducción de la rima del estribillo
en el último verso de la estrofa.
Menéndez
Pidal, dice que el espíritu del "Libro
del Buen Amor", está en la
línea de lo goliardesco, en particular en
canciones como la "Cantiga de los Clérigos
de Talavera", y opina que la "Cantiga"
es una de las canciones que Juan Ruiz compuso "para
escolares que andan nocherniegos".
Estos
dos aspectos de las actividades artísticas
de los escolares - el andar nocherniegos (de ronda
o serenata o albada) y el mantenerse con actuaciones
públicas - permanecerán gracias a
LAS TUNAS, a través de sus siete siglos de
Historia.
La
superior preparación intelectual de los estudiantes
les capacitará para componer además
de interpretar; ya es indicio importante que uno
de los primeros textos romances españoles,
la razón de amor y denuestos del agua y el
vino diga sobre su autoría:
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Un escolar
la rimó
que siempre dueñas amó
mas siempre hobo criança
en Alemania y en Francia
moró mucho en lombardía
por aprender cortesía |
 Dicho
poema, anónimo del siglo XIII, parece haber
sido escrito por un escolar aragonés, es
decir por un TUNO.
 En
la canción «de como los escolares
demandan por Dios» encontramos un antecedente
de otra tradición que ha llegado hasta
nuestros días, "pasar la pandereta",
cuando dice:
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Señor,
dat al escolar
que vos viene a demandar
dat merced e ración
y os cantará una canción
de solaz
fare por vos, oracion
que dios os de salvación
quered por dios, a mi dar |
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 Juan
del Enzina, figura clave de la lírica y el
teatro, estudiante en Salamanca, nacido en 1.468,
es, como dice un crítico literario actual,
Ponce de León, lo que hoy llamaríamos
un TUNO. Su figura conecta con la goliardesca claramente,
no hay más que recordar su canción:
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Hoy comamos
y bebamos
y cantemos y holguemos
que mañana ayunaremos |
 Según
Menéndez Pidal, el mismo Alfonso Alvarez de
Villasandino (poeta juglaresco de los siglos XIV y
XV) alardea ante toda la Corte de Juan II, de pedir
como los escolares errantes, diciendo:
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Señores,
para el camino,
dat al de Villasandino |
Y
en el mismo sentido, el autor del "Libro de
Apolonio", se envanece con la novedad de la
obra y al terminar el relato exhorta al público
para que dé dinero por sus almas y no ahorre
lo que los herederos gastarán sin acordarse
de quien lo ahorró.
Estos
escolares nocherniegos de que nos habla el Arcipreste
de Hita y para los que compuso cantares, («más
de diez pliegos») solían acercarse
a los conventos, donde se repartía una sopa
caliente con la que reponían fuerzas para
andar el camino.
Eran
llamados por esto sopistas, e iban provistos de
un cuenco de madera colgado del cinto, llevando
en el sombrero (bicornio) una cuchara también
de madera, con la que tomaban la sopa y que hoy
ha pasado a ser símbolo de la Tuna.
El
traje era parecido al actual. Consistía en
la loba sotana corta, sin mangas, calzas y gregüescos,
y el manteo de paño veintidoseno de Segovia
o actualmente capa, donde van prendidas las cintas
bordadas o pintadas, recuerdo de las damas a las
que se ha rondado. Sobre el pecho se lleva una banda
de origen medieval, llamada beca, que es distintivo
del universitario, y cuyo color es diferente según
la Facultad o Escuela a la que se pertenezca: el
color morado pertenece a Farmacia, el rojo a Derecho,
el amarillo a Medicina, el verde a Caminos y también
a Montes, el azul a Ciencias, etc, siendo el color
morado el distintivo común de la Universidad
Complutense de Madrid. En la actualidad, los estudiantes
españoles continúan conservando la
tradición legada por sus antecesores, ya
que andar nocherniegos ha sido una afición
sostenida por los estudiantes españoles,
sin solución de continuidad hasta nuestros
días.
Quevedo
en la "Vida del Buscón", cuenta
las rondas de los estudiantes de Alcalá.
Mateo Alemán, en el "Guzmán de
Alfarache", se pregunta dónde, entre
otras cosas, se da una música como se hace
en Alcalá, o se puede encontrar tan buen
trato, tanta disciplina en la música. En
"La Tía Fingida", obra atribuida
a Cervantes, los estudiantes en Salamanca, dan una
serenata con una canción dedicada a la rondada,
en la que intervienen cuatro músicos de voz
y guitarra, un salterio, una arpa, una bandurria,
doce cencerros y una gaita zamorana, treinta broqueles
y otras tantas cotas. Dice Cervantes en ese pasaje
que la serenata es el servicio primero que los estudiantes
pobres hacen a sus damas, y en la misma obra se
lea el siguiente consejo de la tía a la sobrina:
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Advierte, hija mía,
que estás en Salamanca, que es llamada
en todo el mundo, madre de las ciencias, y que
de ordinario habitan en ella, diez o doce mil
estudiantes, gente moza, antojadiza, arrojada,
libre, aficionada, gastadora, discreta, diabólica
y de buen humor. |
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De
finales del siglo XVII, tenemos testimonios de las serenatas
de los universitarios vallisoletanos en un curioso librito
escrito por Ignacio Farinelo, escolar pinciano, "graduado
en las porterías de varios conventos", al
que tituló ARTE TUNANTESCA, y que está
dedicado casi por entero al segundo tipo de los escolares
de los que habla el Arcipreste de Hita, los que demandan
por Dios.
El
licenciado López de Ubeda, también de
finales del siglo XVII, en su obra "La Pícara
Justina", refleja a una cuadrilla de estudiantes
a la que llama "La Vigornia", compuesto por
siete escolares que cantan y danzan a las mil maravillas,
gobernados por uno llaman Pero Grullo, vestido de obispo
( y los otros de clérigos), y que viajan ejercitando
tales habilidades por tierras de Palencia y León.
Torres
Villarroel, ya en el siglo XVIII, es un arquetipo del
escolar vagabundo, músico, torero y ermitaño,
que toca, canta y danza para mantenerse en un viaje
por España y Portugal, y al final regresa al
Alma Mater Salmantina, para ocupar, por oposición,
una cátedra de matemáticas.
El
Barón Charles de Davillier, recorre España
a mediados del siglo XIX (1862), y se sorprende agradablemente
por la presencia de los estudiantes músicos llamados
TUNOS, denominación que aparece tardíamente
en el "Estebanillo González", y dice
:
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Hay más
de una semejanza entre la vida de los estudiantes
de LA TUNA, y la de los antiguos caballeros errantes,
juglares y trovadores de la Edad Media. Pobres
y nómadas como los primeros; poetas y músicos
como los segundos, ilustrando Gustavo Doré,
lo que su compañero Davillier escribía,
creando así una preciosa iconografía
española. |
Ya
hemos visto como una de las características de
los "escolares nocherniegos", la música
de ronda, de serenata, relacionada íntimamente
con un género mozárabe de larga progenie:
la albada. Es una de sus principales características,
"la ronda", que los estudiante dan bajo el balcón
o ventana a la novia de algún tuno o a alguna muchacha
conocida, o a las desconocidas residentes de algún
Colegio Mayor o Residencia Universitaria, habiendo sido
bautizadas alegremente estas rondas, por los propios tunos
como "rondas patrióticas", gozando de
una gran tradición entre las tunas de todas la
Universidades, aunque es cierto que hoy en día,
en una ciudad moderna, cosmopolita, no es nada fácil
dar una serenata, lo que da una idea de la deshumanización
de las ciudades.
Según
el Rey Sabio, Don Alfonso X, decía en sus Partidas,
"TUNA es Yuntamiento que es fecho d’escolares
trovadores, por aver mantenencia, andar las tierras e
servir las dueñas dellas con cortesanía",
añadiendo el Doctor Don Emilio de la Cruz y Aguilar,
a la sazón Catedrático de Historia del Derecho
de la Universidad Complutense de Madrid, que "ansí
mesmo, la Tuna, es escuela de vida, palestra de ingenios,
crisol de amigos nuevos e probanza de antiguos, fontana
de alegrías y honra de las Españas".
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 Definiciones
ambas de LA TUNA, que se contienen en el "Libro
del Buen tunar, o cancamusa prolixa de las glorias
y andaduras de una tuna complutense,", compuesto
del citado Catedrático, doctorado en tunantesca
por la Gloriosa y muy Andariega de la Facultad de
Derecho, libro en cuyo prólogo, se hace una
breve defensión del MESTER DE TUNERIA.
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Dícese TUNO, aquel que,
contando en el número de la alegre,
curiosa e nocturnal gente y andariega, es
ansí mesmo, escolar de Universidad,
y desta conjunción d' excelencias
ha de siguirse cuan alto es el exercicio
de la Tuneria ( ca son los alegres la sal
de la tierra, la música matemática
de las esferas, y descanso la noche de ánimas
estordidas), y por qué dicho exercicio
llevó tras sí, como el mesmo
de la caballería andante, tantos
nobles corazones por los caminos del mundo.
Mas, con ser tan excelentes las virtudes
de este Mester de Tunería, que pone
su gloria en contentar coitados corazones,
hay malastrados que lo denuestan, los unos
por ignorancia, los otros por invidia o
porque algún tuno les sopló
la dama, o cosas dese tenor.
Dicen de nos tantas sinrazones, que fuerza
es facer aquí y agora, una breve
defensión.
Dicen de nos que vésenos asaz frecuentemente
en tabernas de casquivanas e mesones de
ligue, e dícenlo, los que tal dicen,
como si fuera la Tuna, pía unión
de conciertos nocturnales y no cofradía
de ardorosa mocedad, a la que fuerza es
ver do el holgar tenga su asiento. Que a
las novenas van los tunos en atavíos
no tunescos.
Dicen de nos que no tañemos e trovamos
sino medianamente, ca hay fanfarrias, murgas
e rondallas de menestrales que lo facen
muy mejor que nosotros, echando a olvido,
los que tal dicen, que en tuna, de cien
partes, son cincuenta música, y las
otras cincuenta, dispierto ingenio, galanura
sin tasa, polida osadía, cortesanía
abundosa e buen trasegar.
Dicen de nos, que por haber mantenencia,
ponemos cara; pecado rahez a fe mía,
cuando por haber lujos, presentan otros
partes muy menos honradas, que no nombro
por no poner en boca lo que tiene lugar
en el contrario lado. Y asaz dicho se ha.
Dicen de nos que descomulgamos bolsas.
¡Chico desnuesto, voto al chápiro!
Faga quien tal dixese inquisición
cabe sí. Verá como es la sangre
del mundo, que furguen unos las bolsas de
los otros, de manera que bucea el médico
en la bolsa del enfermo, el abogado en la
del pleiteante, los mercaderes en la de
los mercantes, y la gente del Fisco, en
la de todo aquel que alienta so el ancho
cielo y olió en su perra vida, maravedí
o mota o blanca.
Dicen de nos, que no somos sino alborotadores,
que no estudiamos ni dexamos estudiar.
Cierto sería, si no hubiera en los
corregimientos, o dando fé, judgando
o defendiendo en estrados, ilustres que,
cuando estudiantes, oyeron la llamada de
la sangre y siguieron la vida de Tuna falaguera.
Desto no es mester pedir ensiemplos al Conde
Lucanor, ca de un catedrático de
nuestra complutense, que fue Decano de nuestra
Facultad, se puede dicir lo que de aquel
otro que...
...en los sus tiempos
d'estudiante,
anduvo de tunante,
caramillo tañendo en las albadas,
e las más de las veces
mozuelas bien templadas
de las que dan candela,
en frías madrugadas.
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Y ansí
queda dicho brevemente, como aquestos denuestos,
no son sino envidia e hipocondría.
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 El
Tuno español, es el último resto vivo
de los goliardos europeos, es un tipo afín en
el que pueden encontrarse muchas de las notas que los
caracterizaron, pero lo fundamental en el Tuno, es cierta
mentalidad aventurera y algunas dotes artísticas,
que igual pueden manifestarse recitando versos, que
oraciones, tañendo, cantando, o bailando la pandereta.
Los
Tunos son al mismo tiempo, como lo refleja Juan Ruiz,
Arcipreste de Hita, sin darles aun tal nombre, estudiantes
pobres, pero ingeniosos, que viajaban de su casa a la
universidad y viceversa, o simplemente se mantenían
entre la sopa de los conventos y sus habilidades artísticas,
y también rondadores románticos, andantes
"nocherniegos", que perdían, o ganaban,
sus horas bajo una ventana o un balcón.
Las
TUNAS, deben ser cuidadas por las Autoridades Académicas,
ayudándoles y exigiéndoles. Los propios
TUNOS, deben darse cuenta de que la picaresca estudiantil
es accesoria al propio concepto de los escolares trovadores
y juglares de donde arranca la Tuna, y asumir de manera
consciente el enorme significado de siete siglos de
Historia y tradición.
Alegría,
música, aventura, y clase para todo ello.
“HISTORIA
DE LA TUNA”
por
Emilio Oliva Alcalá
http://www.geocities.com/latunaes/index.html
Emilio Oliva Alcalá "Batraemilius",
miembro de la antigua Tuna de Derecho de la Universidad
Complutense y miembro de la Orquesta de Pulso y Púa
de la Universidad Complutense de Madrid (Antiguos
Tunos), está realizando la interesante labor
de recopilar y reeditar en formato CD, discos antiguos
de plectro cuyos masters han desaparecido o no han
sido editados durante más de 25 años.
Posee un impresionante fondo discográfico y
extensos conocimientos para satisfacer la curiosidad
de aquellos que estén interesados en este tema,
tanto en España como en el extranjero.
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